DE LOS SACRAMENTOS.
Domingo 25
65. Pregunta: Si sólo la fe nos hace participantes de Cristo y de todos sus beneficios, dime, ¿de dónde procede esta fe?
Respuesta: Del Espíritu Santo (a) que la hace obrar por la predicación del Santo Evangelio, encendiendo nuestros corazones, y confirmándola por el uso de los sacramentos (b).
(a). Efe. 2:8; Efe. 6:23; Jua. 3:5; Fil. 1:29. (b). Mat. 28:19; 1 Ped. 1:22, 23.
66. Pregunta: ¿Qué son los Sacramentos?
Respuesta: Son señales sagradas y visibles, y sellos instituidos por Dios, para sernos declarada mejor y sellada por ellos la promesa del Evangelio; a saber, que la remisión de los pecados y la vida eterna, por aquel único sacrificio de Cristo cumplido en la cruz, se nos da de gracia no solamente a todos los creyentes en general, sino también a cada uno en particular (a).
(a). Gén. 17:11; Rom. 4:11; Deut. 30:6; Lev. 6:25, Heb. 9:7, 8, 9, 24; Ezq. 20:2; Isa. 6:6, 7; Isa. 54:9.
67. Pregunta: Entonces la palabra y los Sacramentos ¿tienen como fin llevar nuestra fe al sacrificio de Cristo cumplido en la cruz, como el único fundamento de nuestra salvación? (a)
Respuesta: Así es, porque el Espíritu Santo nos enseña por el Evangelio y confirma por los Sacramentos, que toda nuestra salud está puesta en el único sacrificio de Cristo ofrecido por nosotros en la cruz.
(a). Rom. 6:3; Gál 3:27.
68. Pregunta: ¿Cuántos sacramentos ha instituido Cristo en el Nuevo Testamento?
Respuesta: Dos: El Santo Bautismo y la Santa Cena.
DEL SANTO BAUTISMO.
Domingo 26
69. Pregunta: ¿Por qué el Santo bautismo te asegura y recuerda que eres participante de aquel único sacrificio de Cristo, hecho en la Cruz?
Respuesta: Porque Cristo ha instituido (a), el lavamiento exterior del agua, añadiendo esta promesa (b), que tan ciertamente soy lavado con su sangre y Espíritu de las inmundicias de mi alma, es a saber, de todos mis pecados (c), como soy rociado y lavado exteriormente con el agua, con la cual se suelen limpiar las suciedades del cuerpo.
(a). Mat. 28:19. (b). Mat. 28:19; Mar. 16:16 Hch. 2:38; Jua. 1:33; Mat. 3:11; Rom. 6:3, 4. (c). 1 Ped. 3:21; Mar. 1:4; Luc. 3:3.
70. Pregunta: ¿Qué es ser lavado con la sangre y el Espíritu de Cristo?
Respuesta: Es recibir de la gracia de Dios, la remisión de los pecados, por la sangre de Cristo, que derramó por nosotros en su sacrificio en la Cruz (a). Y también ser renovados y santificados por el Espíritu Santo, para ser miembros de Cristo, a fin de que muramos al pecado y vivamos santa e irreprensiblemente (b).
(a). Heb. 12:24; 1 Ped. 1:2; Apo. 1:5; Apo. 7:14; Zac. 13:1; Ezq. 36:25. (b). Jua. 1:33; Jua. 3:5; 1 Cor. 6:11; 1 Cor. 12:13; Rom. 6:4; Col. 2:12.
71. Pregunta: ¿Dónde prometió Cristo que El nos quiere limpiar tan ciertamente por su sangre y Espíritu como somos lavados por el agua del bautismo?
Respuesta: En la institución del Bautismo, cuyas palabras son éstas: “Id, enseñad a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo, y del Espíritu Santo” (Mat. 28:19)
“El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado” (Marcos16:16). Esta misma promesa se repite cuando las Sagradas escrituras llaman al bautismo “lavamiento de la regeneración y ablución de pecados” (Tit. 3:5, Hch. 22:16).
Domingo 27.
72. Pregunta: ¿Es el lavamiento, la purificación misma de los pecados?
Respuesta: No (a): porque sólo la sangre de Jesucristo y el Espíritu Santo nos limpia y purifica de todo pecado (b).
(a). Mat. 3:11; 1 Ped. 3:21; Efe. 5:26. (b). 1 Jua. 1:7; 1 Cor. 6:11.
73. Pregunta: Entonces, ¿Por qué llama el Espíritu Santo al bautismo el lavado de la regeneración y la purificación de los pecados?
Respuesta: Dios no habla así sin una razón justificada, pues El, no sólo quiere enseñarnos que nuestros pecados se purifican por la sangre y el Espíritu de Cristo, como las suciedades del cuerpo por el agua (a), sino más aún: certificarnos por este divino símbolo y prenda que verdaderamente somos limpiados por el lavamiento interior y espiritual de nuestros pecados, de la misma manera que somos lavados exteriormente por el agua visible (b).
(a). Apo. 1:5; Apo. 7:14; Cor. 6:11. (b). Mar. 16:16; Gál. 3:27.
74. Pregunta: ¿Se ha de bautizar también a los niños?
Respuesta: Naturalmente, porque están comprendidos, como los adultos, en el pacto, y pertenecen a la iglesia de Dios (a). Tanto a éstos como a los adultos se les promete por la sangre de Cristo, la remisión de los pecados (b) y el Espíritu Santo, obrador de la fe (c); por esto, y como señal de este pacto, deben ser incorporados a la Iglesia de Dios y diferenciados de los hijos de los infieles (d), así como se hacía en el pacto del Antiguo Testamento por la circuncisión (e), cuyo sustito es el Bautismo en el Nuevo Pacto (f).
(a). Gén. 17:7. (b). Mat. 19:14. (c). Luc. 1:15; Sal. 22:10; Isa. 44:1-3; Hch. 2:39. (d). Hch. 10:47. (e) Gén.17:14. (f). Col. 2:11-13.
DE LA SANTA CENA DE NUESTRO SEÑOR.
Domingo 28.
75. Pregunta: ¿Cómo te asegura y confirma la Santa Cena que eres hecho participante de aquel único sacrificio de Cristo, ofrecido en la cruz, y de todos sus bienes?
Respuesta: Porque Cristo me ha mandado, y también a todos los fieles, comer de este pan partido y beber de esta copa en memoria suya, añadiendo esta promesa (a): Primero, que su cuerpo ha sido ofrecido y sacrificado por mí en la cruz, y su sangre derramada por mis pecados, tan cierto como que veo con mis ojos que el pan del Señor es partido para mí y que me es ofrecida la copa. Y Segundo, que El tan cierto alimenta mi alma para la vida eterna con su cuerpo crucificado y con su sangre derramada, como yo recibo con la boca corporal de la mano del ministro el pan y el vino, símbolos del cuerpo y de la sangre del Señor.
a. Mat. 26:26-28; Mar. 14:22-24; Luc. 22:19, 20, 1 Cor. 10:16, 17; 1 Cor. 11:23-25; 1 Cor. 12:13.
76. Pregunta: ¿Qué significa comer el cuerpo sacrificado de Cristo y beber su sangre derramada?
Respuesta: Significa, no sólo abrazar con firme confianza del alma toda la pasión y muerte de Cristo, y por este medio alcanzar la remisión de pecados y la vida eterna (a), sino unirse más y más a su santísimo cuerpo por el Espíritu Santo (b), el cual habita juntamente en Cristo y en nosotros de tal manera, que, aunque El esté en el cielo (c) y nosotros en la tierra, todavía somos carne de su carne y huesos de sus huesos (d), y que, de un mismo espíritu, (como todos los miembros del cuerpo por una sola alma ) somos vivificados y gobernados para siempre (e).
(a). 1 Jua. 6:35, 40, 47; Jua. 6:48, 50, 51; Jua. 6:53, 54. (b). Jua. 6:55, 56. (c). Col. 3:1; Hch. 3:21; 1 Cor. 11:26. (d). Efe. 5:29, 30; Efe. 3:16; 1 Cor. 6:15; 1 Jua. 3:24; 1 Jua. 4:13. (e). Jua. 6:57; 15:1-6; Efe. 4:15, 16.
77. Pregunta: ¿Dónde prometió Cristo, que tan ciertamente dará a los creyentes en comida y en bebida su cuerpo y sangre, como comen de este pan roto y beben de este vaso?
Respuesta: En la institución de la cena, cuyas palabras fueron (a) :Nuestro Señor Jesucristo, la noche que fue entregado, tomó el pan, y habiendo dado gracias , lo partió y dijo: Tomad, comed, esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced en memoria de mí. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto todas las veces que la beberéis, en memoria de mí. Así, pues, todas las veces que comiereis este pan y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga (1 Cor. 11:23-26).
(a). Mat. 26:26 - 28; Mar.14:22-24: Luc. 22:9, 20.
Pablo repite esta promesa cuando dice: La copa de bendición, que bendecimos, ¿no es la comunión de la sangre de Cristo?, El pan que partimos, ¿no es la comunión del cuerpo de Cristo? Siendo uno solo el pan, nosotros, con ser muchos, somos un cuerpo: pues todos participamos de aquel mismo pan. (1 Cor. 10:16,17).
(a). Mat. 26:26-28: Mar. 14:22-24; Luc. 22:9, 20
Domingo 29.
78. Pregunta: ¿El pan y el vino se convierten sustancialmente en el mismo cuerpo y sangre de Cristo?
Respuesta: De ninguna manera (a), pues como el agua del Bautismo no se convierte en la sangre de Cristo, ni es la misma ablución de los pecados, sino solamente una señal y sello de aquellas cosas que nos son selladas en el Bautismo (b), así el pan de la Cena del Señor no es el mismo cuerpo (c),aunque por la naturaleza y uso de los sacramentos (d) es llamado el cuerpo de Cristo.
(a). Mat. 26:29. (b). Efe. 5:26; Tit. 3:5. (c). 1 Cor. 11:26. (d). Gén. 17:10, 11; Ex. 12:11, 13; Ex. 13:9; 1 Ped. 3:21; 1 Cor. 10:3, 4.
79. Pregunta: ¿Por qué llama Cristo al pan su cuerpo y a la copa su sangre, o el Nuevo Testamento en su sangre, y Pablo al pan y al vino la comunión del cuerpo y sangre de Cristo?
Respuesta: Cristo no habla así sin una razón poderosa, y no solamente para enseñarnos que, así como el pan y el vino sustentan la vida corporal, su cuerpo crucificado y su sangre derramada son la verdadera comida y bebida, que alimentan nuestras almas para la vida eterna (a), más aún, para asegurarnos por estas señales y sellos visibles, que por obra del Espíritu Santo somos participantes de su cuerpo y sangre tan cierto como que tomamos estos sagrados símbolos en su memoria y por la boca del cuerpo (b); y también que su pasión y obediencia son tan ciertamente nuestras ,como si nosotros mismos en nuestras personas hubiéramos sufrido la pena y satisfecho a Dios por nuestros pecados.
(a). Jua. 6:55. (b). 1 Cor. 10:16.
Domingo 30.
80. Pregunta: ¿Qué diferencia hay entre la Cena del Señor y la misa papal?
Respuesta: La Cena del Señor, nos testifica que tenemos remisión perfecta de todos nuestros pecados por el único sacrificio de Cristo, que El mismo cumplió en la Cruz una sola vez (a); y también que por el Espíritu Santo, estamos incorporados en Cristo (b), el cual no está ahora en la tierra según su naturaleza humana, sino en los cielos a la diestra de Dios, su padre (c), donde quiere ser adorado por nosotros (d).
La misa enseña que los vivos y los muertos no tienen la remisión de los pecados por la sola pasión de Cristo, a no ser que cada día Cristo sea ofrecido por ellos por mano de los sacerdotes; enseña también que Cristo está corporalmente en las especies de pan y de vino, y por tanto ha de ser adorado en ellas. Por lo tanto, el fundamento propio de la misa no es otra cosa que una negación del único sacrificio y pasión de Jesucristo y una idolatría maldita (e).
(a). Heb. 10:10, 12, Heb. 7:26, 27; Heb. 9:12, 25; Jua. 19:30; Mat. 26:28; Luc. 22:19. (b). 1 Cor. 10:16, 17; 1 Cor. 6:17. (c). Jua. 20:17; Col. 3:1; Heb. 1.3; Heb. 8:1. (d). Mat. 6:20,21; Jua. 4:21; Luc. 24:52; Hch. 7:55; Col.3:1; Fil. 3:20; 1 Tes. 1:10. (e). Heb. 10:12, 14.
81. Pregunta: ¿Quiénes son los que deben participar de la mesa del Señor?
Respuesta: Tan sólo aquellos que se duelan verdaderamente de haber ofendido a Dios con sus pecados, confiando en ser perdonados por el amor de Cristo y que las demás flaquezas quedarán cubiertas con su pasión y muerte. Y que también deseen fortalecer más y más su fe y mejorar su vida. Pero los hipócritas y los que no se arrepienten de verdad, comen y beben su condenación.
(a). 1 Cor. 11:28; 1 Cor. 10:19-22.
82. Pregunta: ¿Deben admitirse también a esta Cena, los que por su confesión y vida se declaran infieles e impíos?
Respuesta: De ninguna manera, porque así se profana el pacto de Dios, y se provoca su ira sobre toda la congregación (a). Por lo cual, la Iglesia debe, según la orden de Cristo y de sus apóstoles (usando de las llaves del reino de los cielos), excomulgar y privar a los tales de la Cena, hasta que se arrepientan y rectifiquen su vida.
(a). 1 Cor. 11:20, 34; Isa. 1:11; Isa. 66:3; Jer.7:21; Sal. 50:16.
Domingo 31.
83. Pregunta: ¿Qué son las llaves del reino de los cielos?
Respuesta: La predicación del Santo Evangelio y la disciplina eclesiástica: con los cuales se abre el cielo a los fieles, y se cierra a los infieles.
84. Pregunta: ¿De qué manera se abre y se cierra el reino de los cielos por la predicación del Evangelio?
Respuesta: Cuando (según el mandamiento de Cristo) públicamente es anunciado y testificado a todos los fieles en general y a cada uno en particular, que todos los pecados les son perdonados por Dios, por los méritos de Cristo, todas las veces que abrazaren con verdadera fe la promesa del evangelio. Al contrario, a todos los infieles e hipócritas, se les anuncia que la ira de Dios y la condenación eterna caerá sobre ellos mientras perseveraren en su maldad (a); según testimonio del Evangelio, Dios juzgará así en esta vida como en la otra.
(a). Jua. 20:21-23, Mat. 16:19.
85. Pregunta: ¿De qué manera se cierra y se abre el reino de los cielos por la disciplina eclesiástica?
Respuesta: Cuando (según el mandamiento de Cristo) aquellos que bajo el nombre de cristianos se muestran en la doctrina o en la vida ajenos a Cristo, y después de haber sido fraternalmente amonestados en diversas ocasiones, no quieren apartarse de sus errores o maldades, son denunciados a la Iglesia o a los que han sido amonestados por ella. Y si aun no obedecen a la amonestación de éstos, por la prohibición de los sacramentos, son expulsados de la congregación cristiana, y por el mismo Dios, del reino de Cristo; y otra vez recibidos, como miembros de Cristo y de su Iglesia, cuando prometen enmienda y lo demuestran por sus obras (a).
(a). Mat. 18:15-17; 1 Cor. 5:4, 5, 11; 2 Cor. 2:6-8.
TERCERA PARTE: DE LA GRATITUD
Domingo 32.
86. Pregunta: Si somos liberados por Cristo de todos nuestros pecados y miserias sin merecimiento alguno de nuestra parte, sino sólo por la misericordia de Dios ¿Por qué hemos de hacer buenas obras?
Respuesta: Porque después de que Cristo nos ha redimido con su sangre, nos renueva también con su Espíritu Santo a su imagen; a fin de que en toda nuestra vida nos mostremos agradecidos a Dios por tantos beneficios y que El sea glorificado por nosotros (b). Además de esto para que cada uno de nosotros sea asegurado de su fe por los frutos (c). Y finalmente para que, también por la piedad e integridad de nuestra vida, ganemos a nuestro prójimo para Cristo.
(a). Rom. 6:13; Rom.12:1, 2, 1 Ped. 2:5, 9;1 Cor. 6:20. (b). Mat. 5:16; 1 Ped. 2:12. (c). 2 Ped. 1:10; Mat. 7:17; Gál. 5:6, 22. (d). 1 Ped. 3:1, 2; Rom. 14:19.
87. Pregunta: Luego, ¿No pueden salvarse aquellos que siendo desagradecidos y perseverando en sus pecados no se conviertan a Dios de su maldad?
Respuesta: De ninguna manera, porque, como lo testifican las Sagradas Escrituras, no heredarán el reino de Dios los fornicarios, los idólatras, los adúlteros, los ladrones, los avaros, los borrachos, los maldicientes.
(a). 1 Cor. 6:9, 10; Efe.5:5, 6;1 Jua. 3:14.
Domingo 33.
88. Pregunta: ¿De cuantas partes se compone el verdadero arrepentimiento y conversión al Señor?
Respuesta: De dos: la muerte del viejo hombre, y la vivificación del nuevo (a).
(a). Rom.6:1, 4-6; Efe. 4:22-24, Col. 3:5,6, 8-10; 1 Cor.5:7; 2 Cor.7:10.
89. Pregunta: ¿En qué consiste la muerte del hombre viejo?
Respuesta: En que sintamos pesar, de todo corazón, de haber ofendido a Dios con nuestros pecados, aborreciéndolos y evitándolos (a).
(a). Rom.8:13; Joel 2:13; Oseas 6:1.
90. Pregunta: ¿Qué es la vivificación del nuevo hombre?
Respuesta: Es alegrarse de todo corazón en Dios por Cristo (a), y desear vivir conforme a la voluntad de Dios, así como ejercitarse en toda buena obra (b).
(a). Rom. 5:1, Rom. 14:17; Isa. 57:15. (b). Rom. 6:10; Gál 2:20.
91. Pregunta: ¿Qué son las buenas obras?
Respuesta: Únicamente aquellas que se realizan con fe verdadera (a), conforme a la Ley de Dios (b), y se aplican solamente a su gloria (c); y no aquellas que están fundadas en nuestras buenas intenciones o sobre instituciones humanas (d).
(a). Rom. 14:23. (b). Lev. 18:4; 1 Sam.15:22; Efe. 2:10. (c). Cor.10:31. (d). Ezq. 20:18, 19, Isa. 29:13; Mat. 15:7-9.
DE LA LEY.
Domingo 34.
92. Pregunta: ¿Cuál es la Ley de Dios?
Respuesta: Y habló Dios todas estas palabras: (Éxodo 20:1-17; Deut. 5:6 - 21).
Yo soy Jehová (El Señor), tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre.
PRIMER MANDAMIENTO:
No tendrás dioses ajenos delante de mí.
SEGUNDO MANDAMIENTO:
No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra, No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visitó la maldad de los padres sobre los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, de los que me aborrecen; y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos.
TERCER MANDAMIENTO:
No tomarás el nombre de Jehová tu Dios en vano; porque no dará por inocente Jehová al que tomare su nombre en vano.
CUARTO MANDAMIENTO:
Acuérdate del día de reposo para santificarlo; seis días trabajarás, y harás toda su obra; mas el séptimo día es de reposo para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú ni tu hijo, ni tu hija ni tu siervo ni tu criada ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día de reposo y lo santificó.
QUINTO MANDAMIENTO:
Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da.
SEXTO MANDAMIENO:
No matarás.
SEPTIMO MANDAMIENO:
No cometerás adulterio.
OCTAVO MANDAMIENTO:
No hurtarás.
NOVENO MANDAMIENTO:
No hablarás contra tu prójimo falso testimonio.
DECIMO MANDAMIENTO:
No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo.
93. Pregunta: ¿Cómo se dividen estos diez mandamientos?
Respuesta: En dos tablas (a): De las cuales la primera enseña lo que debemos hacer para con Dios; la segunda, lo que debemos hacer para con nuestro prójimo (b).
(a). Deut. 4:13; Ex. 34:28; Deut. 10:3, 4. (b). Mat. 22:37- 40.
94. Pregunta: ¿Qué manda Dios en el primer mandamiento?
Respuesta: Que yo, que deseo la salvación de mi alma, evite y huya de toda idolatría (a), hechicería, encantamiento, superstición (b), invocación de santos y de otras criaturas (c); y que conozca rectamente al único verdadero Dios (d), en El sólo confié (e) con toda humildad (f) y paciencia, a El que de todo corazón le ame (i), tema (j) y reverencie (k); de tal manera que esté dispuesto a renunciar a todas las criaturas antes que cometer la menor cosa contra su voluntad (l).
(a). 1 Jua. 5:21; 1 Cor. 6:10; 1 Cor. 10:7, 14. (b). Lev. 10:31; Deut. 18:9, 10. (c). Mat. 4:10; Apo. 19:10; Apo. 22:8, 9. (d). Jua. 17:3. (e). Jer.17:5, 7. (f). 1 Ped. 5:5. (g). Heb. 10:36; Col. 1:11; Rom. 5:3, 4; 1 Cor. 10:10; Fil. 2:14. (h). Sal. 104:27; Isa. 45:7; Sgo.1:17. (i). Deut. 6:5; Mat. 22:37. (j). Deut. 6:2; Sal. 111:10; Prov. 1:7; Prov. 9:10; Mat. 10:28. (k). Mat. 4:10; Deut.10:20. (l). Mat. 5:29; Mat. 10:37; Hch. 5:29.
95. Pregunta: ¿Qué es idolatría?
Respuesta: Es poner en el lugar que sólo corresponde al Dios verdadero que se ha revelado por su Palabra, o junto a El, cualquier otra cosa en la cual se ponga confianza (a).
(a). Efe. 5:5; 1 Crón. 16:26; Fil. 3:19; Gál. 4:8; Efe. 2.12, 1 Jua. 2:23; 2 Jua. 9, Jua. 5:23.
Domingo 35.
96. Pregunta: ¿Qué pide Dios en el segundo mandamiento?
Respuesta: Que no representemos a Dios por medio de alguna imagen o figura (a), y sólo le rindamos culto como El ha mandado en su Palabra (b).
(a). Isa. 40:18, 19, 25; Deut. 4:15,16, Rom. 1:23, Hch. 17:20. (b). 1 Sam. 15:23; Deut. 12.30; Mat. 15:9.
97. Pregunta: ¿No es lícito hacer ninguna imagen?
Respuesta: Ni podemos, ni debemos representar a Dios de ninguna manera (a), y aun en el caso de que fuese lícito representar a las criaturas, Dios prohíbe hacer o poseer ninguna imagen destinada a ser adorada o empleada en su servicio (b).
(a). Isa.40:25. (b). Ex. 34:17; Ex. 23:24; Ex. 34:13; Num. 33:52.
98. Pregunta: ¿No se podrían tolerar las imágenes en las iglesias, como si fuesen libros para enseñar a los ignorantes?
Respuesta: No, porque nosotros no debemos ser más sabios que Dios, que no quiere instruir a su pueblo por imágenes mudas (a), sino por la predicación viva de su Palabra (b).
(a). Jer. 10:8; Hab. 2:18, 19. (b). Rom. 10:14, 15, 17; 2 Ped. 1:19; 2 Tim. 3:16, 17.
Domingo 36.
99. Pregunta: ¿Qué nos enseña el tercer mandamiento?
Respuesta: Que dejemos de blasfemar (a) o profanar el nombre de Dios por medio de falsos juramentos (b) y maldiciones (c), y aún inútiles juramentos; que no nos hagamos partícipes de tan horrendos pecados al callar cuando los oigamos (d). En una palabra: que no empleemos el santo nombre de Dios , mas que con temor y veneración (e), a fin de que El sea rectamente confesado (f), invocado (g) y glorificado por nuestras palabras y Hch. (h).
(a). Lev. 24:15, 16. (b). Lev. 19:12. (c). Mat. 5:37; Sgo. 5:12. (d). Lev. 5:1; Prov. 29:34. (e). Jer. 4:2; Isa. 45:23. (f). Mat. 10:32; Rom. 10:9, 10. (g). Sal. 50:15; 1 Tim. 2:8. (h). Col. 3:17; Rom. 2:24; 1 Tim. 6:1.
100. Pregunta: ¿Es tan grave pecado el profanar el nombre de Dios por medio de juramentos y blasfemias, que Dios también se enoja contra aquellos que no se opusieron y no lo prohibieron con todas sus fuerzas?
Respuesta: Sí (a), porque no hay mayor pecado ni cosa que a Dios más ofenda que el profanar su nombre, por lo cual mandó que esta maldad fuese castigada con la muerte (b).
(a). Prov. 29:24; Lev. 5:1. (b). Lev. 24:16.
Domingo 37.
101. Pregunta: ¿Se puede jurar santamente en nombre de Dios?
Respuesta: Sí, cuando el magistrado o la necesidad así lo exijan para sostener y confirmar la fe y la verdad, para la gloria de Dios y el bien de nuestro prójimo. Pues tal manera de prestar juramento está fundada en la palabra de Dios (a) y, en consecuencia, ha sido rectamente empleada por los santos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento (b).
(a). Deut. 6:13; Deut. 10:20; Isa. 48:1; Heb. 6:16. (b). Gén. 21.24; Gén 31:53, Josué 9:15; 1 Sam. 24:23; 2 Sam. 3:35, 1 Reyes 1:29; Rom. 1:9; Rom. 9:1; 2 Cor. 1:23.
102. Pregunta: ¿Es lícito jurar por los santos u otras criaturas?
Respuesta: No. Porque el legítimo juramento es una invocación de Dios, por la cual se le pide, que El, como el que sólo ve los corazones, sea testigo de la verdad, y castigue si el juramento es falso (a); este honor le corresponde a El (b).
(a). 2 Cor. 1:23, Rom. 9:1. (b). Mat. 5:34-36; Sgo. 5:12.
Domingo 38.
103. Pregunta: ¿Qué ordena Dios en el cuarto mandamiento?
Respuesta: Primero, que el ministerio de la Palabra y la enseñanza sean mantenidos (a), y que yo frecuente asiduamente la iglesia, la congregación de Dios, sobre todo el día de reposo (b), para oír la Palabra de Dios, y participar de los santos sacramentos (d), para invocar públicamente al Señor (e), y para contribuir cristianamente a ayudar a los necesitados (f).
Además, que todos los días de mi vida cese de mal obrar, para que sea Dios mismo quien obre en mi corazón por su Espíritu y , de este modo pueda empezar en esta vida el Sábado eterno (g).
(a). Tit. 1:5, 2 Tim. 3:14, 1 Cor. 9:13, 14; 2 Tim. 2:2, 2 Tim. 3:15. (b). Sal. 40:9, 10; Sal. 68:26; Hch. 2:42. (c). 1 Tim. 4:13; 1 Cor. 14:29. (d). 1 Cor. 11:33. (e). 1 Tim. 2:1; 1 Cor. 14:16. (f). 1 Cor. 16:2. (g). Isa. 66:23.
Domingo 39.
104. Pregunta: ¿Qué manda Dios en el quinto mandamiento?
Respuesta: Que muestre a mi padre y a mi madre y a todos mis superiores, honor, amor y fidelidad, que me someta obedientemente a sus buenas enseñanzas y castigos (a), soportando también pacientemente sus flaquezas (b), pues Dios quiere regirnos por medio de ellos (c).
(a). Efe. 6:1, 2, 5; Col. 3:18, 20, 22; Efe. 5:22, Prov. 1:8; Prov. 4:1; Prov.15.20; Prov. 20:20, Ex. 21:17; Rom.13:1. (b). Prov. 23:22; Gén. 9:24; 1 Ped. 2:18. (c). Efe. 6:4, 9; Col. 3:20, Rom. 13:2, 3, Mat. 22:21.
Domingo 40.
105. Pregunta: ¿Qué exige Dios en el sexto mandamiento?
Respuesta: Que ni por mis pensamientos, palabras, actitud y aún menos por mis actos, por mí mismo o por medio de otro, llegue a injuriar, odiar, ofender o matar a mi prójimo (a), por el contrario que, renuncie a todo deseo de venganza (b); que no me haga mal a mi mismo o me exponga temerariamente al peligro (c). Para impedir esto, el magistrado posee la espada (d).
(a). Mat. 5:21, 22; Mat. 26:52; Gén. 9:6. (b). Efe. 4:26, Rom. 12:19; Mat. 18:35; Mat. 5:25. (c). Rom. 13.14; Col. 2:23; Mat. 4:7. (d). Gén. 9:6; Ex. 21:14; Mat. 26:52; Rom. 13:14.
106. Pregunta: ¿Este mandamiento sólo prohíbe matar?
Respuesta: Al prohibir la muerte Dios nos enseña que El detesta todo lo que de ello se origina, como la envidia (a), el odio (b), la ira (c) y el deseo de venganza, considerando todo esto como verdadero homicidio (d).
(a). Prov. 14:30; Rom. 1:29. (b). 1 Jua. 2:11. (c). Sgo. 1:20; Gál. 5:19-21. (d). 1 Jua. 3:15.
107. Pregunta: ¿Es suficiente, como hemos dicho, el no matar a nuestro prójimo?
Respuesta: No; pues Dios, condenando la envidia, el odio y la ira, quiere que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos (a), usando para con él toda benignidad, mansedumbre, paciencia y misericordia (b), impidiendo hasta donde nos sea posible, el mal que le podría sobrevenir (c), haciendo bien incluso a nuestros enemigos (d).
(a). Mat. 22:39; Mat. 7:12, Rom. 12:10. (b). Efe. 4:2; Gál. 6:1, 2; Mat. 5:5; Rom. 12:18; Luc. 6:36; Mat. 5:7; 1 Ped. 3:8; Col. 3:12. (c). Ex. 23:5. (d). Mat. 5:44, 45; Rom. 12:20.
Domingo 41.
108. Pregunta: ¿Qué enseña el séptimo mandamiento?
Respuesta: Que Dios maldice toda deshonestidad (a), y en consecuencia nosotros debemos también aborrecerla de todo corazón (b) y vivir casta y sobriamente (c), sea en el santo estado de matrimonio, o en otro estado (d).
(a). Lev. 18:28. (b). Jud. 23. (c). 1 Tes. 4:3-5. (d) Heb. 13:4; 1 Cor. 7:7.
109. Pregunta: ¿En este mandamiento, prohíbe sólo Dios el adulterio y pecados semejantes?
Respuesta: Como nuestro cuerpo y alma son templo del Espíritu Santo, Dios quiere que conservemos ambos puros y santos. Para ello prohíbe toda impureza en nuestras acciones, nuestros gestos, nuestras palabras (a), nuestros pensamientos y deseos (b), y todo lo que incita al hombre a ello (c).
(a). Efe. 5:3, 4; 1 Cor. 6:18, 19. (b). Mat. 5:27, 28. (c). Efe. 5:18, 1 Cor. 15:33.
Domingo 42.
110. Pregunta: ¿Qué prohíbe Dios en el octavo mandamiento?
Respuesta: Dios prohíbe no solamente el robo (a) y la rapiña (b) que castiga la autoridad , sino que llama también robo a todos los medios malos y engaños con los cuales tratamos de apoderarnos del bien de nuestro prójimo (c), ya sea por la fuerza por una apariencia de derecho, como son: el peso falso, la mala mercadería (d), la moneda falsa, la usura (e), o por cualquier otro medio prohibido por Dios. También prohíbe toda avaricia (f) y todo uso inútil de sus dones (g).
(a). 1 Cor. 6:10. (b). 1 Cor.5:10; Isa. 33:1. (c). Luc.3:14; 1 Tes. 4:6. (d). Prov. 11:1; Prov. 16:11; Ezq. 45:9, 10; Deut. 25:13. (e). Sal. 15:5; Luc. 6:35. (f). 1 Cor. 6:10. (g). Prov. 23:20, 21; Prov. 21:20.
111. Pregunta: ¿Qué te ordena Dios en este mandamiento?
Respuesta: Buscar en la medida de mis fuerzas, aquello que sea útil a mi prójimo, de hacer con él lo que yo quisiera que él hiciese conmigo (a), y trabajar fielmente a fin de poder asistir a los necesitados en su pobreza (b).
(a). Mat. 7:12. (b). Efe. 4:28.
Domingo 43.
112. Pregunta: ¿Qué se pide en el noveno mandamiento?
Respuesta: Que no levante falsos testimonios contra nadie (a), que no interprete mal las palabras de los demás (b), que no sea ni detractor ni calumniador (c). Que no ayude a condenar a nadie temerariamente y sin haberle escuchado (d); que huya de toda clase de mentira y engaño como obras propias del diablo (e), si no quiero provocar contra mi la gravísima ira de Dios (f), Que en los juicios como en cualquier otra ocasión, ame la verdad, la anuncie y la confiese sinceramente (g), Y por último que procure con todas mis fuerzas defender la honra y reputación de mi prójimo (h).
(a). Prov. 19:5, 9; Prov. 21:28. (b). Sal. 15:3; Sal. 50:19, 20. (c). Rom. 1:30. (d). Mat. 7:1; Luc. 6:37. (e). Jua. 8:44. (f). Prov. 12:22; Prov. 13:5. (g). 1 Cor. 13:6; Efe. 4:25. (h). 1 Ped. 4:8.
Domingo 44.
113. Pregunta: ¿Qué ordena el décimo mandamiento?
Respuesta: Que ni por deseo o pensamiento nuestros corazones se rebelen jamás contra alguno de los mandamientos de Dios, sino que en todo tiempo aborrezcamos el pecado de todo corazón y nos deleitemos en toda justicia.
(a). Rom. 7:7.
114. Pregunta: ¿Pueden guardar perfectamente estos mandamientos los que son convertidos a Dios?
Respuesta: No, porque incluso los más santos, en tanto estén en esta vida, no cumplen más que con un pequeño principio de esta obediencia (a). Sin embargo, empiezan a vivir firmemente no sólo según algunos, sino todos los mandamientos de Dios (b).
(a). Jua. 1:8; Rom. 7:4, 15; Ecl. 7:20; 1 Cor. 13:9. (b). Rom. 7:22; Sal. 1:2.
115. Pregunta: Entonces, ¿Por qué quiere Dios que se nos predique tan rigurosamente los diez mandamientos, si no hay nadie que pueda observarlos perfectamente en esta vida?
Respuesta: Primeramente, para que durante toda nuestra vida conozcamos más y más, cuán grande es la inclinación de nuestra naturaleza a pecar (a), y así busquemos con más fervor la remisión de nuestros pecados y la justicia de Cristo (b). Después , que nos apliquemos sin descanso a suplicar a Dios la gracia de su Espíritu Santo, para que cada día seamos más renovados a su imagen, hasta que, después de esta vida, alcancemos la perfección que nos es propuesta (c).
(a). Rom. 3:20; 1 Jua. 1:9; Sal. 32:5. (b) Mat. 5:6; Rom. 7:24, 25. (c). 1 Cor. 9:24 Fil. 3:12-14.
DE LA ORACION.
Domingo 45.
116. Pregunta: ¿Por qué es necesaria la oración a los cristianos?
Respuesta: Porque es el punto principal de nuestro agradecimiento que Dios pide de nosotros (a), y porque El quiere dar su gracia y su Espíritu Santo sólo a aquellos que se lo piden con oraciones ardientes y continuas, dándole gracias (b).
(a). Sal. 50:4. (b). Mat. 7:7; Luc.11:9, 13, 1 Tes. 5:17.
117. Pregunta: ¿Qué es necesario en la oración para que ésta agrade a Dios y sea oída por El?
Respuesta: Primero, que pidamos de todo corazón (a), al solo y verdadero Dios, el cual se ha manifestado en su palabra (b), todas las cosas que El desea que le pidamos (c). Segundo, que reconociendo sinceramente toda nuestra pobreza y miseria (d), nos humillemos delante de su majestad (e). Y por último que apoyándonos sobre este firme fundamento (f), sepamos que, pese a nuestra indignidad, El escuchará nuestra oración por amor del Señor Jesucristo (g), como nos lo ha prometido en su palabra (h).
(a). Jua. 4:24; Sal. 145:18. (b). Apo. 19:10; Jua. 4:22-24. (c). Rom. 8:26; 1 Jua. 5:14; Sgo. 1:5. (d). 2 Cron. 20:12. (e). Sal. 2:11; Sal. 34:18; Isa. 66:2. (f). Rom. 10:14; Sgo. 1:6. (g). Jua. 14:13; 16:23; Dan. 9:18. (h). Mat. 7:8, Sal. 27:8.
118. Pregunta: ¿Qué nos ha mandado Dios que le pidamos?
Respuesta: Todo lo que es necesario para el alma y para el cuerpo (a), lo cual, nuestro Señor Jesucristo, ha incluido en la oración que él mismo nos ha enseñado.
(a). Sgo. 1:17; Mat. 6:33.
119. Pregunta: ¿Qué dice esta oración?
Respuesta: (a) Padre nuestro que estas en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Sea hecha u voluntad, como en el cielo, así también en la tierra(a). Danos hoy nuestro pan cotidiano, y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén.
(a). Mat. 6:9-13; Luc. 11:2, 3, 4.
Domingo 46.
120. Pregunta: ¿Por qué nos pide nuestro Señor Jesucristo que nos dirijamos a Dios diciendo: “Padre nuestro?”
Respuesta: Para despertar en nosotros, desde el principio de nuestra oración, el respeto filial y la confianza en Dios que deben se el fundamento de nuestra oración. Es a saber, que Dios ha venido a ser nuestro Padre por Jesucristo, y nos concede con mayor seguridad la cosas que le pedimos con fe, que nuestros padres nos otorgan las cosas de este mundo (a).
(a). Mat. 7:9-11; Luc. 11:11-13.
121. Pregunta: ¿Por qué se añade: Que estás en los cielos?
Respuesta: A fin de que no tengamos ninguna idea terrestre de la majestad celestial de Dios (a), y esperemos de su omnipotencia lo que necesitamos para nuestro cuerpo y nuestra alma (b).
(a). Jer. 23:23, 24; Hch. 17:24, 25, 27. (b). Rom. 10:12.
Domingo 47.
122. Pregunta: ¿Cuál es la primera súplica?
Respuesta: Santificado sea tu nombre, es decir, concédenos ante todo que te conozcamos rectamente (a), y que santifiquemos y celebremos tu omnipotencia, sabiduría, bondad, justicia, misericordia y verdad, que se manifiestan en todas tus obras (b). Concédenos también, que toda nuestra vida, en pensamiento, palabra y obra, sea siempre dirigida a este fin: que tu santísimo nombre no sea por nosotros blasfemado ni menospreciado, sino honrado y glorificado (c).
(a). Jua. 17:3; Jer. 9:24; Jer. 31:33, 34; Mat. 6:33. (b). Sal. 51:18; Sal. 122:6. (c). 1 Jua. 3:8; Rom. 16:20. (d). Apo. 22:20, Rom. 8:22, 23. (e). 1 Cor. 15:28.
Domingo 48.
123. Pregunta: ¿Cuál es su segunda súplica?
Respuesta: Venga tu reino, es decir; reina de tal modo sobre nosotros por tu Palabra y Espíritu, que nos sometamos cada vez más y más a Ti (a). Conserva y aumenta tu iglesia (b). Destruye las obras del diablo y todo poder que se levante contra Ti, lo mismo que todos los consejos que se toman contra tu Palabra (c), hasta que la plenitud de tu reino venga (d), cuando Tú serás todo en todos (e).
(a). Sal. 143:10; Sal. 119:5; Mat. 6:33. (b). Sal. 51:18; Sal. 122:6. (c). 1 Jua. 3:8; Rom. 16:20. (d). Apo. 22:20; Rom. 8:22, 23. (e). 1 Cor. 15:28.
Domingo 49.
124. Pregunta: ¿Cuál es la tercera súplica?
Respuesta: Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Es decir, haz que nosotros y todos los hombres, renunciemos a nuestra propia voluntad (a), y con toda humildad obedezcamos la tuya que es la única buena (b), para que cada uno de nosotros cumpla su deber y vocación, tan fiel y gozosamente (c) como lo hacen los ángeles en el cielo (d).
(a). Mat. 16:24; Tit. 2:11, 12. (b). Luc. 22:42; Efe. 5:10; Rom. 12:2. (c). 1 Cor. 7:24. (d). Sal. 103:20, 21.
Domingo 50.
125. Pregunta: ¿Cuál es la cuarta súplica?
Respuesta: Danos hoy nuestro pan cotidiano, es decir, dígnate proveernos de todo lo que es necesario para el cuerpo (a), a fin de que, por ello reconozcamos que Tú eres la única fuente de todo bien (b), y que, ni nuestras necesidades, ni trabajo, ni incluso los bienes que Tú nos concedes, no nos aprovechan antes nos dañan sin tu bendición (c). por tanto, concédenos que apartemos nuestra confianza de todas las criaturas, para ponerla sólo en Ti (d).
(a). Sal. 145:15; Sal. 104:27; Mat. 6:26. (b). Sgo. 1:17; Hch. 14:17; Hch. 17:27. (c). 1 Cor. 15:58; Deut. 8:13; Sal. 37:16; Sal. 127:1, 2. (d). Sal. 55:22; Sal. 62:10; Sal. 146:3; Jer. 17:5, 7.
Domingo 51.
126. Pregunta: ¿Cuál es la quinta súplica?
Respuesta: Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores; es decir: por la preciosa sangre de Jesucristo, dígnate no imputarnos, a nosotros pobres pecadores, nuestros pecados ni la maldad que está arraigada en nosotros (a), así como nosotros sentimos, por este testimonio de tu gracia, el firme propósito de perdonar de todo corazón a nuestro prójimo (b).
(a). Sal. 51:1; Sal. 143:2; 1 Jua. 2:1; Rom. 8:1. (b). Mat. 6:14.
Domingo 52.
127. Pregunta: ¿Cuál es la sexta súplica?
Respuesta: No nos metas en tentación, más líbranos del mal; es decir, dado que nosotros mismos no podríamos subsistir un solo instante (a), y dado que, nuestros enemigos mortales como son: Satanás (b), el mundo (c) y nuestra propia carne (d), nos hacen continua guerra; dígnate sostenernos y fortificarnos por la potencia de tu Espíritu Santo, para que podamos resistirles valerosamente, y no sucumbamos en ese combate espiritual (e), hasta que logremos finalmente la victoria (f).
(a). Jua. 15:5; Sal. 103:14. (b). 1 Ped. 5:8; Efe. 6:12. (c). Jua. 15:19. (d). Rom. 7:23; Gál. 5:17. (e). Mat. 26:41; Mar. 13:33. (f). 1 Tes. 3:13 1 Tes. 5:23.
128. Pregunta: ¿Cómo concluyes esta oración?
Respuesta: Porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria, por todos los siglos. Esto es: Te pedimos todo esto, porque siendo nuestro Rey Todopoderoso, Tú puedes y quieres concedernos toda clase de bien (a), y esto para que, no a nosotros, sino a tu santo nombre sea todo gloria (b) por todos los siglos.
(a). Rom. 10:12; 2 Ped. 2:9. (b). Jua. 14:13; Jer.33:8, 9; Sal. 115:1
129. Pregunta: ¿Qué significa la palabra: Amén?
Respuesta: Amén quiere decir: esto es verdadero y cierto. Porque mi oración es más ciertamente escuchada por Dios, que lo que yo siento en mi corazón, que he deseado de El (a).
(a). 2 Cor. 1:20; 2 Tim. 2:13.
~ fin ~
Breve reseña del Catecismo de Heidelberg
El Catecismo de Heidelberg fue compuesto en 1563 a petición de Federico III, Príncipe elector del Palatinado, en Alemania, redactado por dos catedráticos de la universidad de Heidelberg, Zacarías Ursino y Gaspar Oleviano.
El motivo fue la gran ignorancia del pueblo, especialmente de la juventud. En 1568 fue aprobado el Catecismo de Heidelberg como “manual” para las Iglesias de los Países Bajos, lo que fue confirmado por Sínodos posteriores.
El Catecismo de Heidelberg se divide en 52 secciones, de forma que su contenido puede ser tratado exactamente en un año.